Desde que llegaste ya no vivo llorando
Vivo cantando, vivo soñando
Sólo quiero que me digas qué está pasando
Que estoy temblando de estar junto a ti”
Salomé, “Vivo cantando”
Hay proyectos que me dejan achurriná de amor profuso porque me encantan, me encantan y me encantan. Y me hacen sentir que aunque tenga que esquivar un montón de tazas de café con espigas cremosas, Instagram es un lugar de encuentros y descubrimientos muy bonitos, ¿no os parece?
Por alguna razón, aterricé un día en la cuenta de lafabricamb y me quedé. A veces, hago cosas bien (normalmente cuando no lo pienso), fijaos lo que os digo, porque fue todo un acierto quedarme por ahí rondando a ver qué demonios hacía esta chica con cartones, ilustraciones, colorinchis y trozos de madera. No he parado de viajar desde entonces gracias a sus creaciones y a sentir que, pese a las patas de gallo y a lo flácida que una se vuelve, siempre es agradable volver a casa y sentirse pequeñaja. O animarse porque pese a todo, aún se es feliz por dentro.
Así que el otro día, voy y le escribo con todo el morro a Marta Boza y le digo que tengo un blog que leemos pocos, que no suele provocar grandes cataclismos informativos y que de lo de ser influencers ni hablamos, pero que todos los que andamos por aquí somos remajos y remajas y que me gustaría presentarles a todos y todas las picapiners su trabajo. ¡Y me dijo que sí! Incluso con ilusión, lo que me hizo pensar que era una loca de las nuestras, camaradas. Tomad nota que esta muchacha es del club.
Le dije, “anda, háblanos de ti” y me dijo lo siguiente (dos puntos, abro comillas, itálica): “el proyecto de La Fábrica nace de cuando yo estudiaba Bellas Artes. Hiciese lo que hiciese, -escultura, instalaciones, collage, ilustración…- ¡todo terminaba pareciendo un juguete! Así que hace un par de años decidí ponerme a ello y, mientras terminaba un máster horrible, he ido puliendo lo que quiero que sea La Fábrica y, de momento, estoy contenta. He ido creciendo bastante rápido y aun sin tener todavía la tienda online voy vendiendo y recibiendo encargos«. Más allá de que todos y todas os habéis quedado con las ganas de saber sobre qué diantres era aquel horrible master, ¿no os anima a entrar en su perfil a ver qué es lo que hace?
A mi me encantan esos mundos que ellas es capaz de crear donde la magia y la belleza confluyen preciosamente. Me encanta lo polifacético que es su trabajo y la imaginación que consigue transmitir con un montón de maderas (sí, sus no-juguetes de madera son los que más me gustan). Sus recortes son sencillos, no utiliza técnicas complicadas de torneado y calado, pero consigue un trabajo para mi detallista, que en su conjunto te levantan una sonrisa y parecen tener vida propia.
La guinda del pastel viene cuanto me cuenta para que os cuente que tiene 29 años y que ella ha montado La Fábrica para vivir de esto. Eso quiere decir que piensa vender sus creaciones para que entre dinero en su cuenta corriente (quizás el tuyo) y pueda pagar así las facturas y las alpargatas para el verano, viviendo de hacer lo que le gusta. Y que siente que es difícil pero que si no lo hace ahora, pues que se va a lamentar toda la vida.
Yo cuando lo leí, le hice la ola y como estoy sola en casa, en realidad lo que hice fue levantarme y sentarme varias veces en la silla. Me encantan las valientes. Me encanta cuando otros le dicen al mundo que el trabajo no es siempre significado de caca de la vaca Ciriaca y que se puede, si quieres, vivir de otra forma. Porque nada es idílico y sí, algo de caca tiene todo pero que no tiene porqué llegarte a los sobacos a no ser que te compense. Da igual, de emprendimiento hablaremos otro día.
De momento, os dejo algunas fotos de su primera colección que gira un poco en torno al bosque (animales de bosque, montañas, pueblitos, osos con ruedas…), aunque para verano está preparando otra colección «tropical», con una serie de animalitos de selva entre otros. Ella nos cuenta que «el pasado mes de Enero estuve en un cole en India haciendo un voluntariado y la idea era que la serie de «La Selva» fuese solidaria: un euro de cada pack de animalitos irá para allá. Aunque quizá hagamos el proyecto algo más grande y podamos donar más… ¡ya se verá! de momento no me quiero hacer ilusiones 🙂«. Que conste que os avisé que aquí había tomate.
El caso es que va a abrir una web que tiene pinta de ser guay y que va a estar en Etsy con todas estas preciosuras para que podáis quitárselas de las manos. Actualmente La Fábrica es un pequeño estudio-taller en Zaragoza pero busca algo más grande y quizá para compartir, porque el espacio se le queda más y más pequeño. Así que, si alguien interesante y buena gente anda por ahí en las mismas, acordaos de ella. ¡Menudo lujo de compañera de taller! Voy a ver si la extorsiono y se viene va vivir a Madrid…
Pues bueno, hasta aquí el post de hoy. ¿Os imagináis que volvemos a actualizarlo todas las semanas? Ya, sería guay. No me hago ilusiones pero sí planes, aunque tengo que centrarme aún en otras cosas de Picapino que necesitan una revisión para mejorar en nuestro funcionamiento interno. Luego, volveré.
Si os ha gustado La Fábrica, ¡todos para su instagram a dejarle mensajes de amor y ánimo! El emprendimiento, en buena medida, se alimenta también del calorcito humano.
¡Gracias mil, Marta, por habernos dejado hablar de tu trabajo, por ser tan maja y enhorabuena por tu proyecto! Un abrazo fuerte de los Picapino.
Fotos: La Fábrica