Como si fuera una vulgar tortuga a la que le hubieran pedido ir a cámara lenta, voy poco a poco actualizando nuestra ilustre categoría llamada La Comunidad con con muebles de madera que hemos hecho a la medida de las vidas reales de sus dueños, que supongo que a estas alturas se habrá convertido en una de vuestras partes favoritas de este blog. Sobre todo porque llevan fotos de Jimena Roquero y no las obscenidades pictóricas con las que os suelo torturar (hasta que consiga dominar mi nueva cámara, claro).
El post de hoy habla sobre Elena y compañía, a los que visitamos hace ya un tiempecito en su casa de Madrid. Y habla también de su pedazo mueble, claro, que no es porque lo hayamos hecho nosotros pero he de deciros que es la mar de bonito (sí, ya sé que estáis pensando que el diseño es de Elena, y tenéis razón, pero dejadme por un ratico sentir la gloria corriendo por mis venas, aunque sea prestada un momento de otra, jajaja).
Ya en su día, el tema de las patas naranjas causó sensación en las redes (ya sabéis que lo petamos online todos los días del año). Puede parecer una tontería de detalle pero la verdad, es que visto así en vivo y en directo, esta pequeña gota de color le da un aire diferente. De hecho, tanto nos gustó que decidimos plagiarlo y hacer algo parecido en nuestra propia casa con nuestro mueble de la tele, jajajaja, aunque no quedó tan bonito porque no tenemos ni ese pedazo salón ni nuestro querido miniplagio es tan grande como su padre adoptivo. Pero un aire se trae… aire del norte.
El mueble, para las entendidas en materia de maderitas y las mentes curiosas, está hecho totalmente a medida y tal y como ellos lo querían. Ni más ni menos, que nosotros somos unos mandaos y donde manda patrón, no manda marinero. Está hecho de madera de pino teñida y barnizada, con algunas partes lacadas en blanco y las patas, claro, pintadas en naranja.
Elena&co. nos dejaron boquiabiertas con su casa, que es una chulada, pero además nos ganaron el corazón con la puerta de la cocina corredera en amarillo y porque nos habían preparado un aperitivo en la terraza que fue un lujazo en toda regla. Después de pasarnos la mañana de acá para allá, Jimena con la cámara en la mochilita y tirada por los suelos de estancias varias en nuestras visitas, se agradeció parar y tomarnos unos piscolabis en buena compañía.
Así que pudimos charlar y contarnos nuestra vida y fue cuando Elena nos contó su sueño. Ya sabéis que yo, cuando oigo historias vivales de esas de cambios de rumbo drásticos en la vida, me vuelvo medio loca y me sube la tensión. Y así me pasó cuando ella comenzó a contarnos:
«Empapelada nació después de nuestra boda en 2009. Algunos amigos después de ver nuestra invitación me pidieron que diseñara la suya, y poco a poco, amigos de amigos también empezaron a hacerme encargos. Cuando me despidieron del estudio de arquitectura donde trabajé 6 años después de la baja por maternidad de mi segunda hija» (inciso de aquí la que suscribe, que no puede callarse ni debajo del agua: ¡gran talento que perdió ese estudio! ¡Que se fastidien!) «decidí hacer el Workshop semestral de El Estudio de La Casita de Wendy, algo que tenía en mente desde hace tiempo, y empezar la aventura de montar mi propia empresa de diseño» ¿Cómo se os queda el cuerpo?
«Por ahora acabo de lanzar el catálogo de papelería de boda de Empapelada y estoy feliz con la acogida que ha tenido. En Septiembre después de terminar el curso en El Estudio quiero lanzar mi marca de ropa, que por ahora está todavía gestándose y no tiene nombre definitivo. Sé que será difícil pero estoy feliz de poder dedicarme a algo que fue mi sueño mucho tiempo y de poder compaginar mis horarios para estar más tiempo con mis hijas«. Y pongo esto en negrita porque es mi blog y pongo en negrita lo que quiero, jajaja, y porque es un broche de oro a la historia que quiero remarcar. Porque la vida, sí señora, es de los valientes.
Me hace mucha ilusión encontrarme con estas historias por la vida, me encanta coleccionarlas. Y por eso, todo nuestro apoyo a esta emprendedora para que su sueño le vaya bonito y pueda disfrutar con él. Los trabajos autónomos cuestan, claro que sí, pero también cuesta un montón ir a una oficina a trabajar (aquí no hay que quitar mérito a nadie por mucho que a mi se me vayan los pies detrás de este tipo de giros). Y como todo cuesta esfuerzo, ponerlo en algo que merezca la pena y nos haga felices como Elena, es una opción a valorar, ¿no?
Podéis ver más trabajos suyos en su web, desde dónde podréis acceder a su catálogo para conocer mejor su proyecto. Y desde ahí, ya podéis hacerle todos los encargos que queráis que ella seguro que los recibe con una sonrisa de oreja a oreja.